Anécdotas, acontecimientos y leyendas

Según Almendros (1985), la creencia popular sitúa el origen
del nacimiento salino en un brazo de mar subterráneo que
“milagrosamente” llegaría de la costa hasta tierras del interior.
El mismo autor refiere una anécdota histórica interesante de
las salinas que se remonta a la Guerra de la Independencia
contra la dominación napoleónica (1808-1814). En el último
cuarto del siglo XVIII, las salinas aportaban al rey 126.000
reales. A la sazón, el duque de Frías, señor jurisdiccional de
Jorquera, se puso al servicio incondicional de Napoleón, con
cuyas ideas se identificaba. Esto supuso un choque
emocional para las gentes de la comarca, temiendo ser
obligados a secundar las ideas políticas de su señor. Tras
unos primeros momentos de desconcierto y conatos de
revueltas locales promovidas por las clases humildes contra
los representantes de los concejos, se terminó decantando el
apoyo de pueblo y autoridades por la causa de Fernando VII y
asumieron los enormes sacrificios que esto les supuso. La sal
de Fuentealbilla empezó a jugar desde entonces un
importante papel en la lucha contra los franceses:  la sal era
una materia prima para la fabricación de pólvora, que
escaseaba entre las fuerzas realistas. En plena guerra de la
independencia, el 1 de junio de 1810, fue dictada una orden
del Despacho de Hacienda del Consejo de Regencia por el
cual se liberalizaba la venta de salitre para la fabricación de
pólvora negra. Además, el Consejo de Regencia ordenó
imprimir un folleto sobre el arte de fabricar pólvora “para que
la elaboren aquellos que se sientan amantes de la patria”. Dos
vecinos de Jorquera, fabricantes de pólvora, se pusieron
inmediatamente a trabajar para obtener 30 arrobas mensuales
de pólvora, cantidad a la que se había comprometido la villa.
Meses después, se solicitaba al Corregidor del Estado desde
el Cuartel General de Requena que se embargara toda la sal
de Fuentealbilla, pagando un precio razonable, para
distribuirla entre los maestros fabricantes de pólvora.